Este miércoles los estadounidenses y ciudadanos de todo el mundo vieron espantados por sus televisores y celulares lo que ha sido motivo de tantas películas de ficción: el asalto al corazón de la democracia americana, el Congreso de los Estados Unidos.

Algunos partidarios extremistas de Donald Trump irrumpieron en el emblemático Capitolio de Washington DC y de manera violenta interrumpieron las sesiones de las dos cámaras justo en el mopmenbto en que estas se disponían a certificar la victoria del presidente electo Joe Biden.

No pocos legisladores y personalidades públicas de los Estados Unidos han señalado que el principal culpable de los disturbios ha sido el propio mandatario Donald Trump, quien todavía se niega a reconocer que perdió las elecciones del pasado 3 de noviembre.

“Yo soy votante de Trump, creo en él y en todo lo que hizo, en cómo puso contra la pared a la dictadura cubana, pero ya esto es demasiado, los Estados Unidos están por encima de cualquier capricho, y el mundo entero está criticando a la tierra de la libertad. ¡Es demasiado!”, señaló Gisela Contreras una cubana del sur de la Florida.

El propio presidente electo Joe Biden culpó a Trump por alentar a sus seguidores con infundadas afirmaciones de fraude electoral. Ivanka Trump fue mucho más lejos, al decir que eran patriotas aquellos que protagonizaron la toma del Congreso, acto en el que murieron 4 personas y quedaron unos 14 agentes policiales heridos.

Los manifestantes pro Trump rompieron los cristales de las puertas y ventanas y entraron al icónico edificio que tiene un carácter casi sagrado para los estadounidenses, mientras gritaban «Stop the Steal» (Paren el robo), «Trump 2020», y ondeaban banderas de la campaña Trump-Pence.

La capital estadounidense dio su peor cara al mundo hasta que la Guardia Nacional y la Policía Metropolitana intervinieron de manera más contundente para dispersar a los manifestantes y luego declarar un toque de queda firmado por la alcaldesa Muriel Browser.

Algunos alborotadores se sentaron en las principales oficinas del Capitolio rompieron documentos, dañaron estatuas y se fotografiaron haciendo señales de victoria. Uno de los cabecillas se metió en el despacho de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, para dejar una amenaza: «No retrocederemos».

Hoy, de último minuto se ha sabido que la alcaldesa de la capital extendió la orden de emergencia pública hasta el 21 de enero, un día después de la toma de posesión del nuevo presidente. Una medida que le permite al gobierno llamar al toque de queda en cualquier momento, tal como hicieron ayer.

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